Monte Hellman se inició en el cine como montador de películas de Roger Corman. La productora que dirigía este último fue una de las canteras más importantes de directores, actores y gente de cine en general en los años cincuenta y sesenta. De esta salieron genios del celuloide como Francis Ford Coppola, Jack Nicholson, Martin Scorsese, James Cameron, Peter Fonda, Bruce Dern o el propio Monte Hellman. Después de realizar dos Westerns ácidos y sorprendentes interpretados por Jack Nicholson que por supuesto fueron un rotundo fracaso comercial, Hellman vuelve a realizar trabajos de montaje y de segundo realizador para Corman. Tras estos dos filmes Hellman tarda cinco años en realizar la que a la postre será su obra maestra, Carretera Asfaltada En Dos Direcciones (Two-Lane Blacktop, 1971).
Two-Lane Blacktop reinventa el concepto de road movie que existía hasta entonces cuyo mayor exponente era Easy Rider.
Hellman se despoja de todo artificio con una realización sobria y tosca, como una bocanada de polvo del camino por donde trascurre la acción.
Su realización puede definirse como cine en estado puro, con parquedad de medios y carente algo que distraiga al espectador. En la cinta abundan los planos largos, el ritmo es cadencioso, casi exasperante, con profundos silencios de los protagonistas que vagan como autómatas por la Ruta 66. No hay lugar para las emociones humanas, tan solo el breve placer que produce una carrera en una vieja carretera olvidada en cualquier lugar del país y de nuevo la rutina del asfalto. La idea de Hellman parece ser la de desmitificar el universo onírico, idealista y errante de la cultura Hippie de finales de los sesenta. Ya en los setenta se había producido el desencanto de esa generación que pensaba que podía cambiar el mundo pero que fueron engullidos por el sistema.
En el filme se narran los avatares de dos conductores que atraviesan el país en un Chevrolet 150 del 55 sin un rumbo fijo, buscando carreras ilegales en las que participar. Por el camino recogen a una autoestopista que trastocará su pequeño universo carente de sentimientos. También iniciarán una pequeña competición con un conductor solitario que viaja en un Pontiac GTO de 1970, en la que tendrán que atravesar el país hasta Washington DC siendo el vencedor el que se quede con el coche del perdedor.
La cinta está interpretada en el caso de los dos conductores del Chevrolet por los músicos James Taylor y Dennis Wilson, que realizan unas interpretaciones sorprendentes siendo actores no profesionales. Estas contrastan con la actuación de Warren Oates en el papel del conductor del GTO, en una de las mejores interpretaciones de su carrera fuera de la disciplina de Sam Peckinpah. Completa el cuarteto Laurie Bird en el papel de la autoestopista que va en busca de relaciones humanas, al contrario que sus compañeros de viaje. Los largos silencios de los conductores del Chevrolet se contraponen con los extensos monólogos del conductor del GTO, llegando ambos aunque por distinto camino, a un mismo destino, la soledad. Los personajes carecen de nombres en el filme, tan solo se les conoce por su condición en la trama, The Driver, The Mechanic, GTO y The girl, en un intento de simplificar aun más si cabe el relato.
Es de destacar que a pesar de ser una road movie en estado puro y estar ambientada en una época profusa musicalmente, no sea su banda sonora uno de sus puntos fuertes. Ni siquiera se editó comercialmente, ya que en la película apenas suena nada que no sea el ruido los motores, aun así se pueden escuchar algunos temas como el Moonlight Drive de los Doors o una versión del Me and Bobby McGee de Kris Kristofferson.
La fotografía es del camarógrafo Jack Deerson, que retrata perfectamente la luz de los paisajes por donde transitan los personajes, las condiciones climatológicas o la oscuridad de las carreras nocturnas ilegales. Cuenta con un guión del reputado Rudolph Wurlitzer autor, de entre otros libretos, de Pat Garrett and Billy the Kid, o Little Buddha.
Monte Hellman expresó en esta película la desazón y la falta de rumbo de parte de la sociedad americana de principios de los setenta. Fue su primera y última película para un gran estudio, la Universal, y como sus otros filmes fue un estrepitoso fracaso comercial, aunque con el tiempo se ha convertido en un filme de culto avalado por la mayor parte de la crítica especializada. Carretera Asfaltada En Dos Direcciones es una obra atípica que dio una vuelta de tuerca al género de las road movies desmitificando su romanticismo y que con el paso del tiempo se ha convertido en un clásico incontestable. Hellman nos deja para el recuerdo la escena final de la película donde los dos protagonistas conducen hacia la nada y el celuloide se deshace por el fuego.
via Bobelia.
Esse filme é du caralho.....
ResponderEliminarMuito massa.....